De lo profundo de cada persona, brota una fuerza que impulsa
a la propia finitud a estallar. Es hambre de belleza, es hambre de verdad, es
hambre de bien. Es el alumbramiento de lo eterno en el corazón. ¡Es el anuncio
de que Dios está tocando la puerta y quiere quedarse! (26/03/2013)
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