"La mayoría de gente
ha sido perpetuamente conducida por las circunstancias sin haber
reflexionado jamás sobre lo que hubiera podido dar una densidad a su
existencia. Ahora bien, la única cosa que da una densidad a la vida es
el Amor. De todo esto se desprende la esencia de la esperanza: Es
ella la tensión hacia la realización espiritual de la existencia, el
deber de hacer tener éxito a la obra de Dios. Ella consiste de entrada
en el hecho de tener confianza en Dios, y luego en el deber de sacar
adelante felizmente en sí y en los otros lo que hay de mejor y de creer
que esto es posible, que exige tiempo, y hasta la eternidad. Pues
finalmente la existencia es un proceso de deificación, una
transformación progresiva por el Espíritu de toda alma humana. Hay que
saber que se está cogido en este movimiento, y tratar de concordar con
él, saber que se está unido allí a todos los otros que están igualmente
cogidos allí y que se tiende hacia una meta. La vida entonces se aclara y
toma su sentido"
Daniélou, Contemplación, crecimiento de la Iglesia, Ediciones Encuentro, Madrid 1982, p 63
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