jueves, 25 de marzo de 2010

23 de marzo - España

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He llegado a España. El clima está algo frio, parece Bogotá. No cabe duda que el aeropuerto es grande. Sólo la terminal a la que llegué es como tres veces el Dorado. Para hacer mi conexión he tenido que tomar un pequeño tren que ha caminado por un poco más de un minuto. Me encanta lo ordenado que está todo.

Pero lo que más me llama la atención no es el tamaño del terminal aéreo, es la diversidad de personas con las que uno se puede topar. En lo que va del viaje he escuchado a personas hablando en portugués, francés, italiano, alemán, inglés (entre los idiomas que he podido identificar). ¡El mundo es grande! Los latinos resaltamos inevitablemente: bajos, morenos, y con sabor (el que entendió entendió). A algunas personas he podido dirigir una sonrisa, eso cambia mucho las cosas.
Anécdota: colombianada

He leído en mi pasaje que el vuelo de Madrid a Roma no ofrece alimentación incluida, sino que se debe comprar. Así que como buen antioqueño, que no se vara, guardé un pansito del desayuno, con su mermelada, su cuchillo y su servilleta. A ver si me ahorro la comprada de la merienda.
Bueno, me voy a loliar (dícese de la acción de ver vitrinas y no comprar nada)
Un abrazo

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