miércoles, 19 de diciembre de 2012

Inconmensurabilidad de la persona

Ahí va un pedasito de A. de S. Exupery. Incomensurable es la persona humana. Diez mineros perecerán rescatando uno atrapado. Un Dios se ha crucificado por salvar no un minero, sino cientos de miles de personas. ¿Qué valor le das a tu vida?


«Encontré aquí la contradicción que no sabría resolver. Pues la grandeza del hombre no está hecha sólo del destino: cada individuo es un imperio.
Cuando un derrumbe se produce en la mina, y ésta se ha cerrado sobre un minero, la vida de la ciudad queda suspendida. Los compañeros, los niños, las mujeres, permanecen allí, angustiados, mientras los salvadores, bajo sus pies, cavan con sus picos las entrañas de la tierra.
¿Se trata de salvar una unidad entre la muchedumbre? ¿Se trata de liberar un ser humano, como se libraría un caballo, después de haber pesado los servicios que aún puede rendir? Diez compañeros perecerán quizá en su empresa de socorro, ¡qué mal cálculo de beneficios!... Pero no se trata de salvar una hormiga entre las hormigas del hormiguero, sino una conciencia, un imperio cuya importancia no se puede medir. Bajo el cráneo estrecho de ese minero atrapado por unos maderos, reposa un mundo. Parientes, amigos, un hogar, la sopa caliente de la noche, canciones para los días de fiesta, ternuras y cóleras, quizá hasta un impulso social, un gran amor universal. ¿Cómo medir al hombre? El antepasado de éste, dibujó, cierta vez, un reno sobre el muro de una caverna, y su gesto, doscientos mil años después, vive aún. Nos conmueve. Se prolonga aún en nosotros. Un gesto del hombre es una fuente eterna.
Así debamos perecer, extraeremos de su pozo de mina a ese minero universal aunque solitario.»

Antoine de Saint-Exupéry, Un sentido de la vida, p. 61.

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