Los temas económicos, en especial los relacionados con los
mercados financieros (en esta ocasión se alude al de capitales), suelen caracterizarse por enfrentar dos posturas:
aquella que aboga por la regulación de parte de instituciones estatales y de la
sociedad civil, y la que defiende la necesidad de una libertad total para el
ejercicio del negocio, aduciendo junto con la dinámica propia del mercado, el
recurso a la autoregulación de los actores como el mecanismo de control. Lo cierto es que hoy tenemos serios argumentos
basados en hechos catastróficos para sostener que la autoregulación por sí sola
no es suficiente.
Las discusiones económicas, de políticos y de organismos
multilaterales que ocupan la atención de los medios y de los expertos, pasan
por alto o tal vez ocultan conscientemente el factor antropológico que subyace
al Mercado. Quienes invierten en estos
mercados de capitales y quienes hacen las operaciones son personas. El factor humano es el factor
determinante de la economía y de los mercados financieros. Si se pierde de
vista esto, deja de comprenderse mucho de las situaciones críticas que hemos presenciado
desde el 2008 hasta hoy. Y es que las personas padecemos algo que el
pensamiento clásico denominó “vicios”. Estos
son modos de ser y por ende de comportarse, caracterizados por el exceso o por
el defecto. Los vicios no se autoregulan, por el contrario, tienden a degenerar.
La búsqueda desordenada de riqueza
material no se detiene a pensar si es ya suficiente lo que se posee,
simplemente es insaciable. Quiere más riqueza a como de lugar, incluso a costa
de millones y millones de personas que viven y mueren en la pobreza. A ese
vicio se le llama avaricia.
La avaricia es precisamente uno de los vicios que encuentra
en el mercado de capitales un terreno propicio para degenerar en la persona. El
afán de más riqueza lleva a tomar riesgos que rayan con la necedad, riesgos que
son precisamente viciosos. Sostener que los actores del mercado de capitales*
se van a regular por ellos mismos, es dejar ingenuamente a los avaros a su
propia suerte, suerte que termina arrastrando a los demas. El mercado necesita
que lo regulen, y también necesita autorregulación, así como la persona necesita
de la autoridad tanto como de la autonomía.
... Reflexiones a propósito de lo ocurrido con Interbolsa
*(No significa que todos estos padezcan el vicio).
imagen tomada de: http://elangeldelaguarda.files.wordpress.com/2010/09/avaro1.jpg
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