miércoles, 12 de diciembre de 2012

El ojo, el corazón y el amor


“Las raíces del ojo se encuentran en el corazón; en la decisión más intima –realizada por el centro personal del hombre– que se adopta tanto frente a la otra persona como a la existencia en cuanto totalidad. En último término, el ojo ve desde el corazón. A esto se refería san Agustín cuando decía que únicamente el amor es capaz de ver. Pero el corazón puro es el corazón que ama rectamente. Este amor no comienza con el deseo, sino con el respeto. Su acto primero no es la aproximación sino el apartamiento. Al hacerlo renuncia a convertir al amado en una parte del propio mundo circundante; deja espacio libre, espacio a su propia existencia, y está dispuesto a acogerla desde él mismo. Sólo cuando se da al menos el comienzo de esto puede el ojo ver realmente al otro hombre”.

Romano Guardini. Los sentidos y el conocimiento religiosos. 

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