sábado, 29 de diciembre de 2012

Existe algo que es recto por naturaleza

“La familia, la sociedad y el Estado determina la estructura esencial del hombre, llenando su ethos con contenidos que varían. Es verdad que nadie sabe decir todo lo que puede llegar a ser del hombre y de sus formas de convivencia y, sin embargo, esto no quiere decir que todo sea posible y que todo pueda instituirse según la arbitrariedad y el capricho, tal como el poderoso lo quiera. Hay algo que es recto por naturaleza”

HG. Gadamer. Antología. Sigueme : Salamanca, 2001. p 133

jueves, 27 de diciembre de 2012

Esperanza y amor

Hay un basamento para la esperanza que es una cierta confianza en la vida, un cierto gusto de la vida y de la felicidad. Es esta confianza natural, esta esperanza en el valor de la existencia la que la gracia de Dios viene a coronar en nosotros, pero que en una cierta medida la supone.

Pueden existir seres de tal manera machacados, que ese basamento natural esté tocado; seres así incapaces de esperar tienen la impresión de que su vida es un fracaso y que ellos ya no esperan nada. Estos seres necesitan primero ser curados en su ser natural para que la gracia pueda luego operar sobre ello. Tenemos que devolver la confianza en sí mismo a estos seres de los que el mundo está lleno, en quienes hay un fondo de desánimo y, en el límite, de desesperación. Sólo el amor puede salvarles, pues en la medida en que un ser es amado, es decir, en que alguien tiene confianza en él, en que puede reencontrar la confianza en sí. Una de las mejores maneras de amar es esperar alguna cosa del otro, pues la caridad no consiste solamente en dar, sino también en pedir, en mostrar a los otros que ellos pueden ser útiles. El mayor sufrimiento para muchos seres es pensar que su vida no tiene valor. Esto conduce a las soledades desesperadas a la ruptura con la comunidad. Siempre hay que tender a no apabullar a los seres. Pero hay una manera de ser bueno que impide a los otros serlo. Es el paternalismo en todas sus formas que ahuyenta a las gentes de sus servicios. Habría que estar siempre próximo a los más pequeños gestos de buena voluntad, alentarlos, sostenerlos: es ésta la verdadera manera de amar y de ayudar a los seres desilusionados a creer de nuevo en ellos mismos, a retomar esa confianza en ellos que les devolvería el gusto de la existencia, de la felicidad y de la vida. Esta actitud es profundamente cristiana, pues Dios es vida, y este mundo que ha hecho es bueno. Adherirse a la vida, creer en ella es comportarse profundamente en el corazón de Dios y según el sentido de la creación. No sólo la esperanza nos adapta y nos abre a un perfeccionamiento espiritual de nuestro ser. Es lo que decimos en el Acto de esperanza: "Yo espero la gracia en este mundo y la vida eterna en el otro"
DANIÉLOU, Jean. Contemplación, crecimiento de la Iglesia. Madrid : Ediciones Encuentro, 1982. pp. 60-61.

Conquistar el derecho a la vida

Cada generación de seres humanos debe realizar sus propias conquistas. 

Ciertamente como sociedad vivimos de lo que nuestros antepasados han realizado y logrado, por ejemplo la ciencia es una muestra fehaciente de ello: la medicina contemporánea, ha alargado la esperanza de vida de las personas gracias al acerbo acumulado de conocimientos y experiencias de su historia, de modo que es difícil pensar que como sociedad retrocedamos al momento en que una persona podía morir por que no existían las vacunas.

Los Derechos Humanos, parecerían ser otra gran conquista de la humanidad, no sin antes pagar un precio alto en vidas de personas -con nombres e historias concretas- antes de ser declarados el 10 de diciembre de 1948. Este logro de la humanidad, es sin duda el lenguaje de las relaciones internacionales y de los mínimos de convivencia global[1]. Pero se trata de una conquista que aun no termina. Los Derechos Humanos se han constituido en un “botín de guerra” que el lobby más fuerte reclama.

El derecho a la vida, que para el sentido común se encuentra a la base del ejercicio de los demás derechos, no es un derecho ganado por la sociedad, por el contrario la instrumentalización de la vida es una señal inequívoca de la crisis de nuestro tiempo que relativiza todo valor y sentido en función del poder, del tener o del placer. En la ONU, la vida es el botín que el lobby pro-muerte viene reclamando para efectos del negocio del aborto. No obstante, encontramos otros ejemplos de la necesidad de conquistar el “derecho base”[2]:
  • Los sistemas de salud que privilegian la rentabilidad de privados sobre la integridad de las personas.
  • Los regímenes políticos que indiscriminadamente bombardean o ametrallan civiles para mantenerse en el poder o conseguir sus objetivos. Las acciones de grupos terroristas que utilizan la muerte de inocentes para presionar a la sociedad.
  • La delincuencia común que por hurtar un celular es capaz de segar la vida de cualquiera.
  • El suicidio que ha llegado a convertirse en un verdadero problema de salud pública.
Trabajar en pro de la vida es una tarea ardua, de gran envergadura y con muchos frentes. Los hombres y mujeres de hoy estamos llamados a realizar una autentica conquista de los Derechos Humanos, en especial del derecho a la vida. Sin embargo, las generaciones futuras no estarán exentas de tener que conquistar nuevamente el derecho base. Tal vez lo que podamos legar sea el ejemplo de lucha y trabajo.

Termino recordando a San Agustín, Padre de la Iglesia: "¡Tiempos malos, tiempos difíciles!", dicen los hombres. Vivamos bien, y los tiempos buenos serán. Los tiempos somos nosotros; cuales somos nosotros, tales son los tiempos[3].



[1] “Los derechos humanos se han convertido en la nueva biblia política en dos sentidos: como el único punto de referencia de una comunidad política relativista y como fuente de legitimidad en debates políticos: nadie puede permitirse violar los derechos humanos” Janne H. Matlary. Derechos humanos derrapados. p 26
[2] Llamo derecho base a aquel que de forma estructural permite que el edificio de los derechos humanos se mantenga en pie.
[3] "Mala tempora, laboriosa tempora, hoc dicunt homines. Bene vivamus, et bona sunt tempora. Nos sumus tempora: quales sumus, talia sunt tempora" San Agustin Sermo 80, 8


lunes, 24 de diciembre de 2012

Soledad de la vida moderna

«La vida moderna tiende a eliminar de las relaciones interhumanas todo carácter de intimidad, de personalidad. Las conversaciones habituales de las oficinas, los salones, las distintas agrupaciones y aun la mayoría de las familias, son casi siempre impersonales. Se habla de negocios, de cosas, de acontecimientos, de ideas abstractas; rara vez las personas se interpelan en verdad de hombre a hombre, de sujeto a sujeto. Muchos hombres nunca han sido para alguien un sujeto, un ser único, no intercambiable; son únicamente miem­bros de una ciudad, de una empresa, de una agrupación, de una familia. Para la mayoría de los patrones, el servicio doméstico y los obreros son simples instrumentos que no tienen rostro. Y una cierta medida de democratización en el vestir, la vivienda y aun en la educación y en la cultura, contribuye con lo suyo a extender el reino del anonimato. Ahora bien, lograr una comunicación directa, personal, con una o varias personas, es el anhelo más profundo del corazón humano. Si este anhelo no se cumple, el resultado es tristeza, melancolía, angustia, neurosis. Sólo un amor personal es capaz de dar a los humanos el sentimiento de ser algo único, de romper el marco de lo objetivo. Pero cuántos son los que nunca se supieron amados por alguien. La misma familia es, con suma frecuencia, un lugar de soledad, una experiencia nueva que se abre ante el hombre trágicamente solo. En la mayoría de las familias los miembros se quedan casi siempre (como por una especie de hábito contraído en la vida social) en el plano de lo objetivo, y un falso pudor les impide ser, los unos para los otros, lo que querrían ser en lo más profundo de sí mismos. Al parecer, muchos jovencitos y jovencitas que se casan ignoran que podrían ser, el uno para el otro, algo más que instrumentos en el interior de la propia soledad. Tal soledad moral no es la suerte exclusiva de quienes podríamos llamar los vencidos de la vida: sirvientes, proletarios, huérfanos. También la conocen los jefes, los hombres superiores, y con acuidad tanto mayor cuanta es la finura de su conciencia.»

LEPP, Ignace. La comunicación de las existencias. Buenos Aires : Carlos Lohlé, 1964. p 9 -11.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Perderse para ganar

De Romano Guardini se pueden esperar planteos como este.....

"Parece una paradoja, pero en realidad es la expresión exacta de una conducta fundamental en la existencia humana. Ser uno mismo, permanecer vivo en el propio ser, no es algo rígido; no se realiza aforrándose a la inmediata posesión de uno mismo. Es algo elástico, incluso dialecto. Sólo puede realizarse por un acto en el que aparentemente se pierde. El hombre no existe en sí, para sí, , sino referido a, arriesgado a lo otro. Es él mismo, y lo será cada vez más, arriesgándose a no ser él, viviendo en referencia a algo que justifica ese riesgo. Expresémoslo con palabras de cada día: el hombre llega a ser el mismo librándose de su egoísmo. Pero no en forma de ligereza y vacío existencial, sino en pro de algo que merece que por su causa corra uno el riesgo de no ser él"

Romano, Guardini. Etica. BAC, p 194 -195

miércoles, 19 de diciembre de 2012

La negacion del otro

"La actitud final de toda la filosofía que ve en la lucha la esencia de todas las relaciones entre los hombres, será necesariamente el rechazo del Otro; si se lo busca, se lo hará porque se tiene necesidad de él para afirmar el Yo: el Otro en cuanto tal carece de interés; no hay motivo para intentar comprenderlo".

LEPP, Ignace. La comunicación de las exisencias. Bueno Aires : Carlos Lohlé, 1964. p 30

Inconmensurabilidad de la persona

Ahí va un pedasito de A. de S. Exupery. Incomensurable es la persona humana. Diez mineros perecerán rescatando uno atrapado. Un Dios se ha crucificado por salvar no un minero, sino cientos de miles de personas. ¿Qué valor le das a tu vida?


«Encontré aquí la contradicción que no sabría resolver. Pues la grandeza del hombre no está hecha sólo del destino: cada individuo es un imperio.
Cuando un derrumbe se produce en la mina, y ésta se ha cerrado sobre un minero, la vida de la ciudad queda suspendida. Los compañeros, los niños, las mujeres, permanecen allí, angustiados, mientras los salvadores, bajo sus pies, cavan con sus picos las entrañas de la tierra.
¿Se trata de salvar una unidad entre la muchedumbre? ¿Se trata de liberar un ser humano, como se libraría un caballo, después de haber pesado los servicios que aún puede rendir? Diez compañeros perecerán quizá en su empresa de socorro, ¡qué mal cálculo de beneficios!... Pero no se trata de salvar una hormiga entre las hormigas del hormiguero, sino una conciencia, un imperio cuya importancia no se puede medir. Bajo el cráneo estrecho de ese minero atrapado por unos maderos, reposa un mundo. Parientes, amigos, un hogar, la sopa caliente de la noche, canciones para los días de fiesta, ternuras y cóleras, quizá hasta un impulso social, un gran amor universal. ¿Cómo medir al hombre? El antepasado de éste, dibujó, cierta vez, un reno sobre el muro de una caverna, y su gesto, doscientos mil años después, vive aún. Nos conmueve. Se prolonga aún en nosotros. Un gesto del hombre es una fuente eterna.
Así debamos perecer, extraeremos de su pozo de mina a ese minero universal aunque solitario.»

Antoine de Saint-Exupéry, Un sentido de la vida, p. 61.

lunes, 17 de diciembre de 2012

De la razón a la fe

Una cita de Aranguren que me puso a pensar...

“Pero el profesor de filosofía lo es, constitutivamente, in partibus infidelium, lo es moviéndose precisamente en esa realidad natural. Por tanto no puede partir de la religión, aunque si puede llegar a ella, mostrar su acceso a ella” ARANGUREN, José Luis. Obras Completas. Ética. Trotta : Madrid, 1994. V 2, p 165

miércoles, 12 de diciembre de 2012

El ojo, el corazón y el amor


“Las raíces del ojo se encuentran en el corazón; en la decisión más intima –realizada por el centro personal del hombre– que se adopta tanto frente a la otra persona como a la existencia en cuanto totalidad. En último término, el ojo ve desde el corazón. A esto se refería san Agustín cuando decía que únicamente el amor es capaz de ver. Pero el corazón puro es el corazón que ama rectamente. Este amor no comienza con el deseo, sino con el respeto. Su acto primero no es la aproximación sino el apartamiento. Al hacerlo renuncia a convertir al amado en una parte del propio mundo circundante; deja espacio libre, espacio a su propia existencia, y está dispuesto a acogerla desde él mismo. Sólo cuando se da al menos el comienzo de esto puede el ojo ver realmente al otro hombre”.

Romano Guardini. Los sentidos y el conocimiento religiosos. 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Los vicios no se autoregulan


Los temas económicos, en especial los relacionados con los mercados financieros (en esta ocasión se alude al de capitales), suelen caracterizarse por enfrentar dos posturas: aquella que aboga por la regulación de parte de instituciones estatales y de la sociedad civil, y la que defiende la necesidad de una libertad total para el ejercicio del negocio, aduciendo junto con la dinámica propia del mercado, el recurso a la autoregulación de los actores como el mecanismo de control.  Lo cierto es que hoy tenemos serios argumentos basados en hechos catastróficos para sostener que la autoregulación por sí sola no es suficiente.

Las discusiones económicas, de políticos y de organismos multilaterales que ocupan la atención de los medios y de los expertos, pasan por alto o tal vez ocultan conscientemente el factor antropológico que subyace al Mercado.  Quienes invierten en estos mercados de capitales y quienes hacen las operaciones  son personas. El factor humano es el factor determinante de la economía y de los mercados financieros. Si se pierde de vista esto, deja de comprenderse mucho de las situaciones críticas que hemos presenciado desde el 2008 hasta hoy. Y es que las personas padecemos algo que el pensamiento clásico denominó  “vicios”. Estos son modos de ser y por ende de comportarse, caracterizados por el exceso o por el defecto. Los vicios no se autoregulan, por el contrario, tienden a degenerar.  La búsqueda desordenada de riqueza material no se detiene a pensar si es ya suficiente lo que se posee, simplemente es insaciable. Quiere más riqueza a como de lugar, incluso a costa de millones y millones de personas que viven y mueren en la pobreza. A ese vicio se le llama avaricia.

La avaricia es precisamente uno de los vicios que encuentra en el mercado de capitales un terreno propicio para degenerar en la persona. El afán de más riqueza lleva a tomar riesgos que rayan con la necedad, riesgos que son precisamente viciosos. Sostener que los actores del mercado de capitales* se van a regular por ellos mismos, es dejar ingenuamente a los avaros a su propia suerte, suerte que termina arrastrando a los demas. El mercado necesita que lo regulen, y también necesita autorregulación, así como la persona necesita de la autoridad tanto como de la autonomía.  

... Reflexiones a propósito de lo ocurrido con Interbolsa

*(No significa que todos estos padezcan el vicio).
imagen tomada de: http://elangeldelaguarda.files.wordpress.com/2010/09/avaro1.jpg

lunes, 3 de diciembre de 2012

Imponer la muerte

El individuo de la especie humana, es aquel ser vivo que por su origen y configuración genética pertenece a la especie homo sapiens. Por su origen, ya que es necesario el proceso procreativo con la participación de los gametos masculino y femenino. Por su configuración genética ya que los genes presentes en tales gametos no son otros que los de la especie humana. Así, cuando un hombre y una mujer procrean, no pueden sino procrear otro ser humano. Esto que la ciencia tiene perfectamente claro, aunque no completamente descifrado, parece ser pasado por alto en los ejercicios políticos y jurídicos de la sociedad posmoderna. La promoción del aborto como un derecho es el caso más emblemático. Se hace política con la muerte.  
 
En Colombia, el intento de hacer política con la muerte no es para nada nuevo. Algo de eso ya se padeció con el narcotráfico de los 80 y 90, con el paramilitarismo y el terrorismo guerrillero. A lo que no estábamos acostumbrados, es ver a los mandatarios de las grandes ciudades enarbolar la bandera de la muerte en pleno ejercicio de su mandato. Primero fue Alonso Salazar (exalcalde de Medellín) con el proyecto “Clínica de la Mujer”, ahora es Gustavo Petro (Alcalde de Bogotá) con la habilitación de “los hospitales muerte”. La noticia fue dada por su Secretario de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo. En ambos casos la decisión ha tenido sustento en las sentencias de la Corte Constitucional relativas al aborto, pero lo más llamativo ha sido el tono “impositivo” con el que ambas propuestas se plantearon.
Hacer política con la muerte no es posible sin imposiciones. En primer lugar está la imposición de la muerte a algún individuo de la especie humana, que en el caso de Bogotá serán los que esperan nacer; en segundo lugar, se impone esta muerte a la sociedad que la atestigua, como cuando paramilitares o guerrilleros obligan a presenciar los asesinatos a familiares y seres queridos de las victimas. La comparación ciertamente es fuerte, pero ilustra la dimensión de lo que está ocurriendo en Bogotá y que es mucho mayor, ya que se está obligando a las mujeres no sólo a ser testigos, sino cómplices de un asesinato.  
En momentos como estos, la ciudadanía debe pronunciarse y tomar acciones, sentar un precedente que se caracterice por proponer y afirmar la vida, por dar soluciones reales a los dramas que se esconden detrás de un aborto. De lo contrario, la política de la muerte habrá dado un paso más apoyada por la indiferencia.  

 

jueves, 29 de noviembre de 2012

El choque de dos antropologías

Recientemente en Colombia se llevó a cabo la elección del Procurador General de la Nación, teniendo como resultado la reelección de Alejandro Ordoñez. Este funcionario público no ha pasado desapercibido en sus casi cuatro años de gestión. Sus actuaciones han producido polémicas en las que se evidencia la polarización de la sociedad colombiana. Específicamente las relativas al matrimonio homosexual y al aborto han sido duramente criticadas o gratamente recibidas. ¿Y porque dichas actuaciones o pronunciamientos despiertan la rabia y el amor? Lo que se encuentra en el trasfondo de sucesos como los ocurridos con Ordóñez consiste en el  choque de dos antropologías, dos imágenes del ser humano totalmente antagónicas.


De un lado tenemos una antropología que se afirma sobre sí misma definiendo la libertad creadora como la forma ultima en que se expresa lo humano. El ser humano se crea y recrea en la historia con la fuerza de su voluntad que es deconstructiva. Es un proceso que sólo puede crear un nuevo orden destruyendo el orden existente. Así la identidad personal es siempre dinámica, histórica y cultural, “producto” por ejemplo de la “preferencia sexual”. Es una identidad que nace de la transgresión de los límites de la tradición cultural y en especial de la naturaleza. Límites que según esta imagen del hombre, se expresan en una antropología esencialista que aniquila el principio de libertad.

Por otra parte, tenemos una antropología que se afirma en la realidad. Una imagen del hombre que parte de lo existente para construir; que parte de la “persona”, ese modo de existir que nos permite decir “yo” y que por lo tanto requiere de un “tú”, al que nunca se busca aniquilar. La naturaleza es la condición de posibilidad de todo proceso creativo en la cual los límites guardan de la desesperación propia de las posibilidades infinitas. Es una imagen del hombre donde la identidad es un “don” que se nutre de a libertad.

Se trata del choque de dos antropologías que afirman la nota creativa del destino humano, pero que difieren en la forma de realizarla, una destruye la otra construye.






lunes, 26 de noviembre de 2012

Religión y defensa de la vida



 
Días atrás, llegó a mi correo electrónico un mensaje de un grupo pro-vida que se ocupa de la denuncia del aborto especialmente a través de medios virtuales y redes sociales. Entre la abundante información que contenía dicho correo, una de las frases afirmaba categóricamente que el debate pro-vida es “netamente jurídico y científico”, con lo cual los demás campos y argumentos, en especifico el religioso, quedaban vetados. Inicialmente mi reacción fue rechazar tal postura a la vez que tratar de entender su contexto. Y es que muchas de las intervenciones públicas que hacen los defensores de la vida, terminan pareciendo una homilía cuyo mensaje es indescifrable para interlocutores agnósticos, ateos o relativistas. Sin embargo, esta deficiencia no es motivo para invalidar la posición y argumentación de base religiosa en medio de ese difícil debate (cultura de la vida vs cultura de la muerte). Al invalidar este ángulo, con el que se puede mirar una situación nefasta como el aborto, los defensores pro-vida se alinean con los pro-abortistas o promotores de la cultura de muerte, quienes sostienen que el creyente no es un interlocutor con las credenciales necesarias.  Anular la posición religiosa en un debate como el señalado, en medio de una sociedad que se autoafirma como plural, es sucumbir ingenuamente al laicismo. Recordemos que el laicismo es una ideología que tiene como objetivo aniquilar toda referencia a la dimensión religiosa de la persona y la sociedad, y que es particularmente hostil al Cristianismo de la Iglesia Católica.

El creyente tiene tanto derecho como cualquier otro a participar en los debates de la sociedad, pero también tiene la obligación de conocer y exponer otras razones diferentes a las ofrecidas por su credo específico. Los argumentos religiosos son importantes y validos, pero también es necesario tener argumentos de otro tipo: económicos, científicos, políticos, jurídicos, filosóficos, etc.


Nuevamente la escritura

Días atrás me embargó la nostalgia por escribir, práctica a la que he coqueteado en varios momentos de mi vida. Han pasado unos dos años desde el último amago y hoy veo con claridad que existe una relación directa entre escribir y vivir, por lo menos en que se puede escribir acerca del devenir vital, pero sobre todo porque la escritura es una forma de cumplir el anhelo de permanecer. ¿Será pues, esta nostalgia, un reclamo de permanencia?